La Parrilla de Pipi en Jesús María

Si andás paseando por Jesús María, presta atención porque les tengo un datazo que les va a hacer agua la boca: La Parrilla de Pipi, un lugar donde el asado es una religión y te atienden como si fueras de la familia.

Les cuento, llegué con mis compañeros de ruta con ganas de probar la posta del asado de Jesús María. Apenas cruzamos la puerta, el aroma te envuelve como un abrazo, esa mezcla de carne a la brasa que te dice “acá se come bien, amigo”. El ambiente, re tranquilo, familiar, con una música bossa y chill de fondo que te deja charlar sin tener que gritarle al de al lado. ¡Un diez!

El menú de la parrilla de Pipi de Jesús María

Para empezar a calentar motores, nos trajeron una empanada criolla que era un poema. ¡Exquisita! El relleno jugoso, la masa crocante, de esas que te hacen suspirar. Después, como éramos dos con ganas de probar de todo, nos mandamos una parrillada para compartir y, para variar un poco, unos canelones con salsa roja que pintaban bárbaro.

Los canelones, caseritos, con una salsa que te hacía mojar pan hasta el último resto. Pero la estrella de la noche fue, sin dudas, la parrilla. ¡Prepárense! Porque acá no te traen todo junto y fuiste. Van desfilando los cortes, uno tras otro, hasta completar los once que ofrecen en la carta. ¡Una fiesta de sabores y texturas! Chinchulines crocantes, chorizo bombón con ese gustito ahumado, carne tiernísima… ¡Una locura!

Para acompañar semejante festín, pedimos una jarra de limonada con frutos rojos que estaba fresquita y dulce en su justa medida. Ya se lo que estas pensando, el asado es con vino, pero la caminera no perdona.

La guarnición, podías elegir entre ensalada o las clásicas papas fritas con huevo. Nosotros nos inclinamos por ambas, ¡no queríamos perdernos de nada!

Lo mejor de todo es que en ningún momento te sentís apurado. Los mozos, unos genios, pasaban seguido preguntando si queríamos repetir algún corte. ¡Y claro que dijimos que sí a un par más de esos manjares! Al final, salimos de ahí más que satisfechos, con la panza llena y una sonrisa de oreja a oreja.

Y hablando de la billetera, la relación calidad-precio es de lo más correcta. Pagás lo justo por una rica comida, y una atención que te hace sentir como en casa.

Así que ya saben, si andan por Jesús María y les pinta un buen asado en un ambiente familiar y relajado, La Parrilla de Pipi es parada obligada. ¡No se van a arrepentir! Mientras escribo ya estoy pensando en la próxima escapada para volver a darme una panzada. ¡Palabra de viajero con buen diente!

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